Mi encuentro con el Señor
PRESENTACIÓN
La Iglesia sabe que los padres y quienes colaboran con ellos, especialmente los catequistas, tienen la obligación y el derecho de educar en la fe a los más pequeños. Por esto les ofrece su ayuda de muchas maneras, pero, sobre todo, les pide el testimonio de su vida cristiana.
La familia cristiana está llamada a tomar parte viva y responsable en la misión de la Iglesia, de manera propia y original, en cuanto comunidad íntima de vida y de amor. La familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio sea transmitido y desde donde este se irradie.
Invitar a un niño a descubrir a Dios es ayudarle a entrar en el camino de fe que realizan los adultos que lo acompañan, especialmente los padres. A través de ellos, los hijos viven la primera experiencia de Dios: al ser amados, descubren qué es el amor; al ser perdonados, el perdón; cuando ven compartir, ellos comparten; respetando su libertad les invitamos a vivir y a ser responsables; si oramos con ellos, les vamos descubriendo la presencia de Dios.
Para iniciar a los niños en la fe es muy importante la aportación de los abuelos. Su sabiduría y sentido religioso son decisivos para favorecer un clima verdaderamente cristiano.
En el despertar a la fe de los niños, este libro es una ayuda que presenta una sencilla revelación de Dios, Padre bueno y providente, a quien dirigir el corazón; de su Hijo Jesús, Maestro y Salvador; y del Espíritu Santo, que habita en el interior de cada corazón.
Guiados por este libro, los padres y catequistas ayudarán a los más pequeños a descubrir la Vida nueva que la Iglesia sembró en su corazón el día que recibieron el Bautismo. De esta manera aprenderán, poco a poco, a amar a Dios y a los demás y a compartir con todos los cristianos la alegría de celebrar la presencia de Jesús, que siempre está entre nosotros.
Al introducir a los niños en el camino cristiano les estamos ayudando a ser cada vez más libres para que, en el futuro, puedan responder por sí mismos a la llamada del Señor. La gran tarea de educar a los niños no puede dejar de lado su dimensión religiosa.
Tanto en la familia, como en la parroquia y en la escuela –según las características y posibilidades propias de cada ámbito– se les ayuda en el desarrollo pleno de su ser. El acompañamiento que realizan en este proceso padres y catequistas se convierte en un tiempo de gracia para ellos mismos en donde descubren o renuevan su propia experiencia de fe. No podemos olvidar que al transmitir la fe crecemos en ella.
Este libro es una presentación ampliada del catecismo Padre Nuestro para la catequesis del Despertar religioso de los niños que aprobó, en su día, la Conferencia Episcopal Española. Hoy continúan teniendo valor las palabras que introducían aquel catecismo: «Dios se alegra mucho cuando lo llamamos Padre, con toda confianza. Esta es la Buena Noticia que ha venido a traernos Jesús. Y para los que creemos en Él, esta Noticia es el gozo y la fuerza de nuestra vida».
- Javier Salinas Viñals Obispo de Tortosa
- José Manuel Estepa Llaurens Arzobispo emérito Castrense
- Amadeo Rodríguez Magro Obispo de Plasencia
- Ángel Rubio Castro Obispo de Segovia
- Gregorio Martínez Sacristán Obispo de Zamora
ORIENTACIONES PARA EL USO DE ESTE LIBRO
Los niños más pequeños aprenden a través de la observación y la imitación. A su corta edad, no saben leer pero se dejan impresionar por los dibujos y los colores y, sobre todo, por la palabra y por el gesto entrañable de quienes los acompañan.
La primera parte del libro presenta a Dios Padre que nos quiere mucho y cuida de nosotros. Todo se desarrolla en un diálogo afectivo entre Dios y los niños. En este sentido, la influencia de los padres y catequistas es decisiva, pues los niños, para llegar a comprender y gustar que Dios nos ama, necesitan sentirse amados y reconocidos.
Los padres y catequistas encontrarán en este libro múltiples posibilidades y recursos para despertar la sensibilidad religiosa de los niños. En muchas de sus páginas ellos son la voz que representa a Dios Padre, que quiere que los más pequeños lo conozcan, lo amen y confíen en Él como Padre.
De ahí el valor fundamental no sólo de las palabras, sino también del testimonio de los adultos. Un niño aprenderá a hablar con Dios, a rezar, si lo hace en compañía de sus padres y catequistas. El ejemplo es la puerta que abre el camino hacia Dios. En este sentido, la comunidad cristiana es el ámbito fundamental para poder vivir y crecer en la fe.
Los niños tienen derecho a saber, a comprender y a conocer la historia de Dios con los hombres, cuya plenitud es Jesús, y que la Iglesia ha recibido y transmite desde los Apóstoles. Este libro ofrece una pequeña muestra de toda esta historia, fijándose sobre todo en algunos personajes importantes. Al leerles estas historias, mientras ellos contemplan los dibujos, aprenderán, de una manera muy sencilla, a conocer cómo Dios se hace amigo de los hombres y cómo actúa, también hoy, entre nosotros.
Al escuchar la Historia de la Salvación seguro que los niños harán muchas preguntas, y hay que tener en cuenta que lo importante no es darles respuestas complicadas, lo importante es ayudarles a descubrir que Dios nos ama y que espera de nosotros una respuesta de amor. Abraham, Moisés, David, Isaías y María serán como un espejo en el que mirarse para decirle a Dios que lo queremos y que confiamos en Él.
Toda esta historia alcanza su plenitud en Jesús, el Hijo Único de Dios, enviado por el Padre para salvar a los hombres. Esta primera aproximación a Jesús es muy importante, es el corazón de todo, pues es Jesús quien nos conduce a Dios, su Padre. Por Él podemos vivir de forma nueva nuestra relación con los demás y hablar con Dios con las palabras que Él mismo nos enseñó.
Para aprender a vivir y para crecer en la fe todos necesitamos estímulos que nos ayuden. La familia y también la comunidad parroquial son el contexto vital en el que los niños crecen en su seguridad interior y en la valoración y comprensión del vivir cristiano. El amor a los demás, el perdón, la alabanza a Dios y la alegría de pertenecer a la gran familia de los hijos de Dios encuentran, en las grandes celebraciones de la fe, un momento fundamental de su desarrollo.
La tarea educativa de padres y catequistas despertará en ellos mismos un deseo de renovación personal y de conocimiento de las verdades de la fe cristiana. El último apartado del libro ofrece una síntesis de la fe de la Iglesia dirigida exclusivamente a los adultos.
Transmitir la vida es tarea propia de la familia, transmitir la Vida nueva del Evangelio es tarea de la comunidad cristiana y, en ella, de la familia.